En Chile, como en todo el tercer mundo, las masas explotadas lucharon largos años sin un programa para la conquista del Poder. La Revolución de Octubre (1917) iluminó el camino del proletariado y los pueblos del mundo, llevando el marxismo y su desarrollo, el leninismo, a las colonias y semicolonias, a las naciones oprimidas donde no se conocía el marxismo.
Así es como en Chile, gracias a la Revolución de Octubre (1917), llegamos a conocer el marxismo-leninismo. Gracias a la gran gesta, que al otro lado del mundo dirigían los bolcheviques con Lenin como jefe, la lucha de clases en Chile dio un gran salto político.
El jefe del proletariado chileno, Luis Emilio Recabarren fue testigo, en forma directa, de la Rusia obrera y campesina, vio como los obreros en alianza con el campesinado pobre construían una nueva sociedad.
El maestro Recabarren identificó en los obreros y campesinos rusos el destacamento de avanzada de los trabajadores del mundo. Volvió de Rusia a Chile con el claro propósito de convertir a los obreros y campesinos de nuestro país en un nuevo destacamento de avanzada, en parte de la revolución mundial. Es así como dirige la constitución del Partido Comunista de Chile como sección chilena de la Internacional Comunista en 1922.
En síntesis, Luis Emilio Recabarren, quien al ver lo que, en el otro extremo del mundo, habían logrado nuestros hermanos de clase, no duda, toma partido por la revolución y asume como ideología el marxismo-leninismo.
Recabarren muere en 1924 y tras su muerte el oportunismo comienza a desarrollar su labor corrosiva al interior del Partido. Lo hacen solapadamente, incluso 10 años después de la muerte de Recabarren no pueden evitar que el Partido Comunista dirigiera el alzamiento armado de Ranquil. Pero en la segunda mitad de los 30 el revisionismo ya levanta cabeza, imponiéndose definitivamente en el partido en la segunda mitad de los 50', logrando destruir el destacamento de la clase obrera al hacerlo cambiar completamente de color e ideología.
En las URSS de 1956 los revisionistas mediante un golpe de Estado tomaban el control del Partido y se hacían del Poder del Estado. Esa era la señal que esperaban los oportunistas y revisionistas como Corvalán, Teitelboim y Neruda para traicionar a Recabarren y declarar que debía desarrollarse la “coexistencia pacífica” con el imperialismo.
Pero la bandera roja no había sido arriada. En China, los comunistas dirigidos por el presidente Mao Tse-tung avanzaban en la revolución socialista, poniéndose a la cabeza de la fracción roja del Movimiento Comunista Internacional. Esta revolución desarrolló aún más el marxismo-leninismo, lo convirtió en marxismo-leninismo-maoísmo.
Los revisionistas en Chile y el mundo se opusieron a la Revolución China y al Presidente Mao Tse-tung ¿por qué? Porque el Presidente Mao Tse-tung dirigía una nueva Revolución Socialista, dejaba al descubierto a los falsos comunistas y desarrollaba el marxismo a una nueva etapa.
Hoy, es correcto y científico afirmar que para avanzar en el camino de la revolución en Chile, debemos retomar y desarrollar la obra de Luis Emilio Recabarren. Pero al retomar las sólidas bases que dejara el gran jefe del proletariado chileno, debemos hacerlo dando el salto al marxismo-leninismo-maoísmo, reconociéndolo como el pensamiento más avanzado, cuya aplicación es garantía de victoria, pues es producto de la lucha de clases que los pueblos del mundo ha desarrollado.
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