viernes, 1 de marzo de 2013

MAM.- EL PODER SOVIÉTICO Y LA SITUACIÓN DE LA MUJER V. I. LENIN

 
El Poder soviético
y la situación se la mujer


El segundo aniversario del Poder soviético nos invita a echar una ojeada de conjunto a lo que hemos hecho en este período y a reflexionar sobre la importancia y los fines de la revolución realizada.

La burguesía y sus partidarios nos acusan de violar la democracia. Nosotros afirmamos que la revolución soviética ha ampliado y profundizado la democracia en escala sin precedente en el mundo, y precisamente la democracia para los trabajadores y para las masas oprimidas por el capitalismo, es decir, la democracia para la inmensa mayoría del pueblo, o sea, de la democracia socialista (para los trabajadores), a diferencia de la democracia burguesa (para los explotadores, para los capitalistas, para los ricos).

¿Quién lleva razón?


Meditar detenidamente esta cuestión, comprenderla con más profundidad, significa tener en cuenta la experiencia de estos dos años y prepararse mejor para su desarrollo futuro.

La situación de la mujer demuestra con particular relieve la diferencia entre la democracia burguesa y la democracia socialista y responde con particular claridad a la pregunta planteada.

En la República burguesa (es decir, donde existe la propiedad privada sobre la tierra, las fábricas, las acciones, etc.), aunque se trate de la república más democrática, la mujer no ha sido plenamente equiparada en derechos en ninguna parte del mundo, en ningún país, ni aun en el más avanzado. Y eso a pesar de que desde el momento de la Gran Revolución Francesa (democrático-burguesa) ha transcurrido más de un siglo y cuarto.

De palabra, la democracia burguesa promete igualdad y libertad. De hecho, las repúblicas burguesas, por avanzadas que fueren, no han dado a la mujer, que constituye la mitad del género humano, plena igualdad con el hombre ante la ley, ni la han liberado de la tutela y de la opresión del hombre.

La democracia burguesa es la democracia de las frases pomposas, de la palabrería solemne, de las promesas rimbombantes, de las consignas grandilocuentes de libertad e igualdad, pero, en la práctica, todo eso oculta la falta de libertad y la desigualdad de la mujer, la falta de libertad y la desigualdad de los trabajadores y de los explotados.

La democracia soviética o socialista rechaza las palabras pomposas, pero falsas, declara una guerra sin cuartel a la hipocresía de los “demócratas”, de los terratenientes, de los capitalistas o de los campesinos hartos, que se lucran vendiendo a los obreros hambrientos los excedentes de trigo a precios de especulación.

¡Abajo esta vil mentira! No puede haber, ni hay, ni habrá “igualdad” de los oprimidos y opresores, de los explotados y explotadores. No puede haber, ni hay, ni habrá “libertad” verdadera mientras los privilegios que la ley concede a los hombres impidan la libertad de la mujer, mientras el obrero no se emancipe del yugo del capital, mientras el campesino trabajador no se libere del yugo del capitalista, del terrateniente o del comerciante.

Que los embusteros e hipócritas, los necios y ciegos, los burgueses y sus partidarios engañen al pueblo, hablándole de la libertad en general, de la igualdad en general, de la democracia en general.

Nosotros decimos a los obreros y campesinos: arrancad la careta a esos embusteros, abrid los ojos a esos ciegos. Preguntad:

- ¿La igualdad de qué sexo con qué sexo?
- ¿La de qué nación con qué nación?
- ¿La de qué clase con qué clase?
- ¿La liberación de qué yugo o del yugo de qué clase? ¿La libertad para qué clase?

Quien hable de política, de democracia, de libertad, de igualdad, de socialismo sin plantear estas cuestiones, sin promoverlas a primer plano, sin combatir la ocultación, el escamoteo, el encubrimiento de estas cuestiones, es el peor enemigo de los trabajadores, un lobo con piel de oveja, el adversario más encarnizado de los obreros y campesinos, un servidor de los terratenientes, de los reyes y de los capitalistas.

En dos años, y en uno de los países más atrasados de Europa, el Poder soviético ha hecho en pro de la emancipación de la mujer, de su igualdad con el sexo “fuerte”, lo que no han hecho en ciento treinta años todas las repúblicas avanzadas, ilustradas y “democráticas” del mundo tomadas en su conjunto.

Instrucción, cultura, civilización, libertad: en todas las repúblicas capitalistas y burguesas del mundo, todas estas palabras pomposas van unidas a leyes inauditamente infames, repugnantes y sucias, brutales y groseras que refrendan la desigualdad de la mujer: leyes como la del derecho matrimonial y el divorcio, la de la desigualdad del hijo natural y el “legítimo”, la de los privilegios para el hombre y la humillación y el ultraje para la mujer.

El yugo del capital, la opresión que ejerce la “sacrosanta propiedad privada”, el despotismo de la estupidez pequeñoburguesa y de la codicia de los pequeños propietarios: he ahí lo que ha impedido que las repúblicas burguesas más democráticas atenten contra estas leyes sucias y viles.

La República Soviética, la república de los obreros y campesinos, barrió de una vez dichas leyes y no dejó piedra sobre piedra de los edificios de la mentira burguesa y de la hipocresía burguesa.

¡Abajo esta mentira! Abajo los falsarios que hablan de libertad e igualdad para todos, mientras existe un sexo oprimido, mientras existen clases opresoras, mientras existe la propiedad privada sobre el capital y sobre las acciones, mientras existen hartos que con sus excedentes de trigo esclavizan a los hambrientos. No libertad para todos, no igualdad para todos, sino lucha contra los opresores y explotadores, eliminación de la posibilidad de oprimir y de explotar. ¡Esa es nuestra consigna!

¡Libertad e igualdad para el sexo oprimido!
¡Libertad e igualdad para el obrero, para el campesino trabajador!
¡Lucha contra los opresores, lucha contra los capitalistas, lucha contra el kulak especulador!

He ahí nuestra divisa de combate; he ahí nuestra verdad proletaria, la verdad de la lucha contra el capital, la verdad que arrojamos a la faz del mundo del capital con sus frases empalagosas, hipócritas y altisonantes sobre la libertad y la igualdad en general, sobre la libertad y la igualdad para todos.

Y precisamente porque hemos arrancado la máscara a esta hipocresía, porque practicamos con energía revolucionaria la libertad y la igualdad para los oprimidos y los trabajadores, contra los opresores, contra los capitalistas, contra los kulaks, precisamente por eso el Poder soviético goza de tan alta estima entre los obreros del mundo entero.

Precisamente por eso, en el día del segundo aniversario del Poder soviético, las simpatías de las masas obreras, las simpatías de los oprimidos y explotados de todos los países del mundo están de nuestra parte.

Precisamente por eso, en el día del segundo aniversario del Poder soviético, pese al hambre y al frío, pese a todas las calamidades que nos acarrea la invasión de la República Soviética de Rusia por los imperialistas, estamos pletóricos de fe inconmovible en la justicia de nuestra causa, de fe inconmovible en el inevitable triunfo del Poder soviético en el mundo entero.
Publicado el 6 de noviembre de 1919 en el núm. 249.
De “Pravda”
T. 39 , págs. 285-288

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