sábado, 23 de marzo de 2013

EL PUEBLO.- HUGO CHAVEZ, EL SOCIALFASCISTA DE VENEZUELA

Las masas pobres de todos los países del mundo no quieren seguir viviendo en la humillación y la miseria. Las masas quieren avanzar en la lucha, en el antiimperialismo y en la revolución.

En su carrera desenfrenada por conquistar más colonias y semicolonias que alimenten y prolonguen su agonía, los gobiernos imperialistas, colocan en cada una de las colonias y semicolonias, gobiernos títeres que lleven a cabo lo que dicte el imperialismo. Estos gobiernos títeres más que gobiernos son gerenciamientos, burócratas que administran el saqueo de los imperialistas.
En América Latina no existen países independientes, sólo existen países oprimidos, que han sido, durante largos años, terreno de disputa de los imperialistas. Hoy yanquis, rusos y chinos pugnan por ver quién controla la zona, quien se queda al mando de cada colonia y semicolonia de América Latina.

Venezuela no es la excepción. Venezuela también es un país oprimido por el imperialismo, su gerenciamiento al igual que el resto, también tiene por misión frenar la lucha y administrar el saqueo del imperialismo, principalmente yanqui.

Hugo Chávez para servir más y mejor al imperialismo se disfrazó de revolucionario, utilizaba un lenguaje agresivo contra el imperialismo yanqui, haciendo parecer que se le oponía.

En el plano económico, mientras Chávez ofendía de palabra al imperialismo yanqui, en la práctica le vendía el 72% de la producción total del petróleo venezolano, sabiendo aún que ese mismo petróleo es utilizado en invasiones imperialistas en Palestina, Irak, Afganistán, Pakistán, Yemen, Haití y un largo etc.

Chávez profundizó la monoproducción del petróleo, que es parte integral del plan del imperialismo al establecer una división internacional del trabajo, donde las colonias y semicolonias se centren exclusivamente en una rama de materias primas (Chile cobre, Bolivia gas, etc.) mientras que los países imperialistas monopolizan la tecnología de punta. Un ejemplo de ello es que Venezuela pone el petróleo y Rusia las refinerías. Otro caso ejemplar es el hecho que durante el 2012 Venezuela compró a Estados Unidos mercancías por un monto de 17.600.000.000 dólares, lo que representa el 43 % de las importaciones de Venezuela. Estados Unidos le compra materias primas y le vende los productos manufacturados. Esta es la relación entre imperialismo y capitalismo burocrático.

En el campo, el gerenciamiento de Chávez mantuvo intacto el latifundio. A las comunidades indígenas que luchan por la tierra, les fueron entregados cerros y piedras, mientras que las tierras cultivables quedaron en manos de los grandes terratenientes. Sin embargo, el latifundio es improductivo, a pesar de toda la tierra que concentra, Venezuela importa el 80% de los alimentos.

El gerenciamiento de Chávez, con el acuerdo de estos terratenientes tenía la pretensión de realizar proyectos mineros en los territorios reclamados por los campesinos pobres Yukpa: un negocio de carbón con China y otro de uranio con Rusia mediante Irán.

En el plano político Hugo Chávez reforzó la estrategia imperialista, de imponer en cada una de las colonias y semicolonias elecciones al servicio de burgueses y terratenientes, que tengan por objetivo desviar la lucha de las masas hacia caminos legalistas. Esto le valió las felicitaciones de James Carter, antiguo presidente imperialista de Estados Unidos, quien declaró que el sistema electoral de Venezuela era “el mejor del mundo”. Incluso hoy, muerto Chávez, sus seguidores quieren hacer creer al pueblo que sólo podrán liberarse votando por Nicolás Maduro, su designado heredero político.

Como parte del plan contrarrevolucionario, Chávez se presento como “garante” en las “negociaciones de paz” en Colombia. Política imperialista de “pacificación” que tienen como perspectiva aplastar cualquier lucha del pueblo, incluidas las guerras populares que se desarrollan en varios países del mundo.

Para cumplir más y mejor su papel de lacayo del imperialismo, Chávez impulsó la fascistización de su gerenciamiento (gobierno).

Ideológicamente el fascismo es ecléctico, es decir toma de un lado y de otro, corta y pega ideas. Eso es lo que hacía Hugo Chávez. Iba a Argentina y decía “viva Perón, viva el Ché, viva Maradona”; en las reuniones de las Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) decía: “viva Mahoma, viva Alá”; en Chile dijo “viva Allende”. A la hora de citar citaba a Marx, al Presidente Mao Tse-tung y en un momento se declaró trotskista. Donde iba decía lo que sus oyentes querían escuchar. Así formó su rompecabezas ideológico, llamado “socialismo del siglo XXI”, donde juntó a Jesucristo, Simón Bolívar y a Carlos Marx.
Tal como los nazi-fascistas se denominaron a sí mismos como nacionalsocialistas, utilizando el nombre y el prestigio del socialismo para impulsar la contrarrevolución en Europa, el social-fascista Chávez se disfrazó de socialista para impulsar la contrarrevolución en América Latina. Ni los nazi-fascistas ni Chávez tenían nada de socialistas.

El fascismo fue puesto en práctica en el campo con la profundización del latifundio, con el freno que se le intentó poner a la lucha en el campo, mediante la entrega de títulos de forma clientelista, con lo que se divide a las masas y se busca enfrentarlas entre sí, tal como actúa la CONADI en Chile.

En las ciudades y en el campo se corporativizó a las organizaciones de masas, poniéndolas bajo las órdenes de las fuerzas armadas, columna vertebral del viejo Estado burgués-terrateniente. Por su parte, este viejo Estado, como es propio del fascismo, concentró el poder en el ejecutivo.

Para terminar, decir que América Latina sabe de las “bondades” de estos fascistas con disfraz de revolucionarios. Perón en Argentina, Alvarado y Humala en Perú, Ibáñez, Allende y Grove en Chile, son otros casos de estos salvadores “socialistas” y “progresistas”.

Las palabras que Chávez lanzaba contra el imperialismo yanqui eran una cortina de humo que utilizaba para ocultar, por una parte, el saqueo imperialista yanqui y, por otra parte, la acelerada penetración del imperialismo ruso y chino en Venezuela.

El imperialismo impone en las colonias y semicolonias un capitalismo ligado al latifundio, un capitalismo burocrático. Este capitalismo burocrático, necesariamente, deviene en fascismo. Eso es signo de que la revolución está cerca. El imperialismo con su mayor opresión, genera más condiciones, cada vez más favorables para que los pueblos finalmente lo derroquen. El pueblo de Venezuela siempre ha luchado y no dejó de hacerlo durante el gerenciamiento de Chávez. La verdad es que el pueblo de Venezuela no luchó contra el imperialismo gracias a Chávez, sino que a pesar de Chávez. Y a pesar de todos los oportunistas y revisionistas que intentan frenar la lucha, el pueblo venezolano encontrará, inevitablemente, el camino a la revolución de nueva democracia y avanzará ininterrumpidamente hacia el socialismo, hacia el verdadero socialismo que es dictadura conjunta de obreros y campesinos, para unirse junto a todos los pueblos en esta gran ola de revolución proletaria mundial.

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