lunes, 2 de septiembre de 2013

PUKA INTI-AGOSTO.2013 ... PCE - SR

YASUNÍ: LA REESTRUCTURACIÓN DEL VIEJO ESTADO
Y LA REPRIMARIZACIÓN DE LA ECONOMÍA

La volatilidad de la economía ecuatoriana se ha puesto en evidencia una vez más. La reforma del viejo estado argumentada por el régimen fascista-corporativista de Alianza País[1] han evidenciado la debilidad del mercado interno y la incapacidad (deliberada) de impulsar el proceso de industrialización al que convocara Rafael Correa a propósito de pretender aplicar el modelo de sustitución de importaciones para promover a la industria nacional.

Cuando nos referimos a la incapacidad (deliberada) lo hacemos pensando que lo fundamental de la reforma es la reestructuración del viejo estado sujeta de la dinámica internacional donde operan además del imperialismo estadounidense y sus intereses, la presencia de otras potencias en ascenso como China, Rusia…que han “revuelto la trastienda” de los EEUU, sobre todo en América Latina. Es decir, no es que sean “incapaces” de aplicar el modelo, es que no quieren ni les interesa hacerlo. El discurso ambiguo del régimen se fundamenta en la necesidad de “cambiar” la matriz productiva que según Alianza País estipula dejar de depender de la economía extractiva, implementar medidas proteccionistas para estimular el consumo interno de productos elaborados por la industria “nacional” y potenciar industrialmente la producción petroquímica y energética, mientras que en verdad lo que hace es reafirmar el capitalismo burocrático evolucionando las condiciones de semifeudalidad y semicoloniedad del país.

La inevitable vorágine de las importaciones[2] no deja de constreñir y ahogar a la incipiente burguesía industrial del país y esto a pesar de las permanentes contracciones de la demanda interna que genera el régimen[3] mientras análogamente estimula de forma expansiva la inversión de las transnacionales, sobre todo en el sector primario de la economía en el país.

Impulsar esta reforma, esta reestructuración, demandan de ingentes recursos que eventualmente la gran burguesía no quiere desembolsar, en esa medida se apoya en el Estado para poder extraer vía reprimarización de la economía las divisas necesarias no para dar el “salto” del país a la órbita capitalista (aproximar la revolución democrático burguesa), sino para reacondicionarla a la subsistencia de relaciones de producción semi feudales maquilladas de capitalismo y al sometimiento imperialista mimetizado en el discurso “antiimperialista” y de “apertura” a otras potencias, cuando claro está que la estructura cervical de la economía del país sigue siendo sometida preponderantemente por el imperialismo norteamericano.

La reprimarización de la economía en el país también se aboca a la necesidad que tiene el gobierno de transferir recursos de la economía real al sector financiero que es el que mueve la banca, la construcción, el mercado interno, manejado por la burguesía compradora. Transferencia que además de “contentar” a “unos y otros” ha determinado cierto consenso entre las dos expresiones de la gran burguesía por el impulso a la reforma estatal, tanto así que el gobierno no ha encontrado en esta burguesía (compradora) resistencia u oposición cierta a su gestión, no obstante el confuso discurso anti “oligárquico” del régimen.

Para esto, el gobierno se plantea echar mano de la “ventaja comparativa” es decir que el país debe especializarse en lo que mejor sabe hacer y para el caso del Ecuador pasa por la explotación minera y que conlleva –necesariamente- un importante abandono al púber proceso de industrialización.

De ahí las incoherencias del régimen de pretender profundizar la explotación y producción hidrocarburífera[4] y por otro lado hablar del cambio de la matriz productiva so pretexto del proceso de industrialización.

Y es desde esta perspectiva que resulta necesario y objetivo tratar el tema Yasuní y no necesariamente desde el discurso ecologista y subjetivo con el que está manejando el oportunismo pequeño burgués y el revisionismo.

La explotación del Yasuní se registra dentro de este contexto, de la búsqueda de capitales, de divisas para financiar el rescate del capitalismo burocrático.

Que al régimen, al Estado y al imperialismo le vale un carajo preservar el medio ambiente es un hecho. La entrega del país a las transnacionales de la minería china marcó la pauta del grado de agresividad del proyecto económico de la burguesía burocrática. Yasuni viene a ser el corolario y hay que admitir que el gobierno supo manejar con una visión estratégica este proceso en el que operó una importante campaña mediática a nivel nacional e internacional para crear las condiciones de aceptación a un plan que sabía iba a generar resistencia, ya sea en manos de la oposición al régimen como de aquellos que además de combatir al gobierno, combatimos fundamentalmente al viejo estado y al imperialismo.

La idea de lanzarse a la mendicidad de recursos en el escenario internacional bajo el “chantaje” de la explotación del parque nacional del Yasuní, tenía ya un epílogo ante el cual el régimen ya estaba conjurado. Es decir, antes de montar el circo internacional donde el limosnero principal era el país y el payaso oficial el régimen, la burguesía burocrática ya tenía delineado el plan de explotación del Yasuní con la complicidad o azuzamiento de los transnacionales, fundamentalmente chinas.

Yasuní representa en esa medida la postración del país y sus recursos a las transnacionales petroleras y el apoderamiento de la gran burguesía de una bonanza circunstancial que en perspectiva en poco o nada favorecerá a los sectores más deprimidos del país.

La reprimarización sin duda alguna generará además de la degradación ambiental un proceso de recesión que desestabilizará toda la economía evidenciando la incapacidad de generar empleo sostenido, por el contrario: temporal, inestable. Salarios que únicamente van a evidenciar la incapacidad de reproducir la fuerza de trabajo, pérdida de capacidades humanas a pesar de la mentada reforma educativa que impulsa el régimen; política fiscal agresiva, entre otros.

No se puede intencionar una lucha contestataria y ecológica contra la decisión del régimen de explotar Yasuni sin luchar contra la reestructuración del viejo Estado y el salvataje del capitalismo burocrático.

No se puede luchar contra las pretensiones del régimen y el imperialismo de explotar el Yasuní si no se combate al revisionismo que por un lado enquistado en el aparato burocrático del Estado apoya dicho proyecto.

Pero también está el “otro” revisionismo, el que opera por fuera del régimen pero igual servil al viejo sistema de Estado (dictadura burgués-terrateniente) y al pútrido sistema de gobierno (democracia burgués-terrateniente) que ya están empotrados en las movilizaciones de las masas: MPD, Pachakutik, anarquistas, y otros arrastrando al pueblo y sus luchas a transitar el camino de la subjetividad y el extravío de sus propósitos, objetivo que en primera y última instancia sigue beneficiando al Poder criollo y transnacional que siempre está dispuesto a exprimir al máximo los recursos naturales del país para poder materializar sus cometidos y su voracidad incansable.

No hay que permitir la explotación del Yasuní porque ese proceso fortalece las ínfulas del imperialismo; patrocina la reforma estatal, profundiza la semicoloniedad y la semifeudalidad, imprime un circunstancial aliento de vida al capitalismo burocrático y evidentemente tiene carácter depredador con la naturaleza.

La lucha contra la explotación del Yasuní es la lucha contra el imperialismo, la gran burguesía, los grandes terratenientes y el revisionismo. Es fundamental verlo desde esa óptica, porque es de clase, estratégica, y es desde esa base que debemos emprender la brega decidida.

¡A COMBATIR AL RÉGIMEN CORPORATIVISTA DE CORREA!

LA DESTRUCCION DEL VIEJO ESTADO ES UNA NECESIDAD INELUDIBLE ANTE LA PREMURA HISTÓRICA DE CONSTRUIR LO NUEVO: ¡LA NUEVA DEMOCRACIA!

SIN DESTRUCCIÓN NO HAY CONSTRUCCIÓN. PREPARAR Y DESARROLLAR LA GUERRA POPULAR HASTA EL COMUNISMO

¡VIVIA LA GUERRA POPULAR EN LA INDIA, TURQUÍA, FILIPINAS Y PERÚ!

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