jueves, 22 de marzo de 2012

EL PUEBLO.- 9 de Marzo: 43 años de la matanza de Pampa Irigoin en Puerto Montt




Tras el terremoto del 22 de mayo de 1960 se originó una fuerte explosión demográ­fica, por la llegada de familias campesinas que habían sido despojadas de sus tierras
 
El 4 de marzo de 1969 noventa familias sin hogar deciden ocupar un terreno bal­dío en Pampa Irigoin

Frente a las históricas luchas por la vivienda, el estado burgués terrate­niente no escatima en usar la repre­sión en defensa de la gran propie­dad.

Una de las lecciones que la lucha del pueblo nos entrega es conocer el verdadero carácter de clase del aparato represor del viejo estado, en donde la principal enseñanza es la lucha que ellos desarrollaron por su derecho a la tierra, a la vivienda. Las muertes son una consecuencia de su lucha, y más que conmemorar el luto, son motivo para seguir organi­zándose, para recuperar lo que por derecho es del pueblo a través de la violencia revolucionaria. No como lo hace el revisionismo y los rábanos del P“C”, que usan las luchas de las masas para recibir las migajas que el viejo estado entrega, y a cambio los oportunistas reciben su rinconcito en esta falsa democracia.

¡Las luchas del pueblo nos enseñan a desenmascarar a los oportunistas y a comprender la importancia de una dirección de clase y revolucionaria!

De viaje por el sur visité la ciudad de Puerto Montt, y recordé la can­ción del cantautor Víctor Jara, “Pre­guntas por Puerto Montt” en la que acusa el asesinato de pobladores de una toma de terreno ordenada di­rectamente por Edmundo Pérez Zujovic (DC) Ministro del Interior de la época. Viajando en colectivo en dirección al mercado de la ciudad le comenté de la canción a mi pare­ja, ella preguntó al chofer, sin saber hasta ese entonces el nombre de la población donde se hizo la toma, in­dicándole la canción de Víctor Jara. El chofer dijo: “Ah, usted se refiere a Pampa Irigoin, sí yo era niño, sí me acuerdo”.

Después de nuestro trámite en el mercado nos dirigimos al lugar donde se realizó la toma, la actual población Manuel Rodríguez. Pre­guntamos a un vecino si sabía sobre algún recordatorio de la lucha y si podíamos hablar con alguien, él nos señaló una casa donde vive una viu­da de la toma, la señora Ana Aguilar Bahamonde a quien le asesinaron a su marido, Hilivaldo Vargas Vargas a la edad de 35 años. También nos indicó un mural con los nombres de los pobladores asesinados.

Al llegar a la casa de la señora Ana nos presentamos como colaborado­res del periódico llamado El Pueblo, pero la reacción de ella fue: “Ya es­toy aburrida que me vengan a en­trevistar, para que después se vayan a vender sus videos al extranjero y después se olvidan de una, sólo bus­can lucrar con nuestra historia. Dis­culpen pero ya han venido muchas veces”.

Su reacción legítima nos hace pre­guntar: ¿el arte y la cultura al servi­cio de quién deben estar?, ¿del artis­ta o del pueblo?

Por eso, cuando le explicamos la in­tención del periódico El Pueblo, de llevar esta experiencia a otros pobla­dores que están siendo expulsados de sus viviendas como en la pobla­ción Las Viñitas en Cerro Navia, Santiago, ella depuso su actitud y sin darse cuenta comenzó a describir lo que fue la mañana del 9 de marzo de 1969: “En la mañana del domingo se comenzaron a sentir los balazos, ahí fue que mi marido se levantó y al atravesar la calle fue asesinado. Un vecino recupero su cuerpo, porque a los muertos los querían quemar en un peladero que estaba al otro lado de la toma. Yo fui a buscar a mi suegra en medio de la balacera para contarle que a su hijo lo mataron. Al regresar, la casa había quedado toda agujereada, no sé cómo no le llegó ninguna bala a uno de mis hijos. El aire era irrespirable, tiraron tantas lacrimógenas que una guagua de tres meses murió por el humo. Pero esta fue una traición de los carabineros, puesto que el día anterior fueron a ayudar a medir las calles y los terre­nos para las propiedades, diciéndo­nos que estuviésemos tranquilos”.

Para aclarar, a lo que la señora Ana se refiere como “traición de carabi­neros”, debemos comprender el ca­rácter de clase de las fuerzas arma­das (FFAA), que están cumpliendo su rol y propósito, que es proteger el bolsillo de los dueños del país a tra­vés de la represión. Es por este mo­tivo que el oportunismo nos quiere pasar gato por liebre, al decir que son “nuestras” FFAA.



Le preguntamos si hubo alguna in­demnización por parte del estado, a lo que respondió: “Al quedar viuda nadie me ayudó y tuve que trabajar para criar a mis 4 hijos, hasta el te­rreno tuve que pagar”.

Después de protegernos bajo el ale­ro de su casa de la lluvia que comen­zaba a caer, la señora Ana comenzó a ponerse nerviosa y decirnos que recordar esto le hace daño. Bajo este contexto, nos despedimos y agra­decimos su testimonio no sin antes pedir su dirección para enviarle un ejemplar del periódico El Pueblo con el artículo impreso.

Contexto de la Época.

Puerto Montt en 1969 contaba con una población aproximada de 80.000 habitantes. Tras el terremoto del 22 de mayo de 1960 se originó una fuer­te explosión demográfica, por la lle­gada de familias que habían sido des­pojadas de sus tierras, principalmente de la provincia de Llanquihue. Esto provocó que se comenzara a sufrir un proceso de despojo acelerado al tener que dejar sus hábitos campesinos y entrar a la vida urbana con una con­dición laboral precaria (obreros de la construcción, en vialidad, carpinte­ros, feriantes, vendedores de leña o cesantes). Con sus familias arrenda­ban o vivían de allegados en pobla­ciones marginales de la ciudad. Si a nivel nacional el crecimiento pobla­cional era de un 3,4%, en el caso de esta ciudad llego al 9,2% lo que hizo aumentar su población en un 50%.

A todo esto se suma la pérdida de los hogares de varias familias populares puertomontinas, provocando tomas de terrenos “privados” y fiscales para solucionar su necesidad de vivienda.

Pampa Irigoin estaba ubicada en el sector alto de la ciudad de Puerto Montt, lo que ahora es la población Manuel Rodríguez. El sitio perte­necía a Rociel Irigoin Oyarzún, uno de los principales terratenientes de la zona. Era un terreno baldío aban­donado, pésimo para la agricultura, pantanoso y húmedo, de muy mala calidad.

El 4 de marzo de 1969 noventa fa­milias sin hogar deciden ocupar un terreno baldío en Pampa Irigoin. La toma se había organizado a partir de un comité de “Los sin Casa” lidera­do por un poblador llamado Pedro Contreras Reyes, que era apoyado por dirigentes de campamentos ve­cinos. Esta acción de masas se reali­zó como respuesta ante la negativa del gerenciamiento pro-yanqui de Eduardo Frei M. (DC), de conce­derles parcelas para construir sus viviendas. Durante los cinco días siguientes se vivió una tensa calma con visitas de la policía de la 5ª co­misaría, comandadas por el comi­sario Rolando Rodríguez Marbán, demandando el abandono del lugar.

El domingo 9 de marzo a las 7 A.M. con la violenta acción del aparato represor compuesto por 250 efecti­vos dirigidos por el coronel Alberto Apablaza y el mayor Rolando Ro­dríguez, se inició la operación de desalojo, autorizada por el minis­terio de interior, lanzando bombas lacrimógenas, disparando, e incen­diando las carpas de los ocupantes. La acción represiva duró una hora con el saldo de 10 muertos y 50 he­ridos. Muchas de las víctimas que recibieron el balazo por la espalda eran personas que estaban mirando los enfrentamientos o recién estaban levantándose.

La masacre ordenada por Pérez Zu­jovic judicialmente quedó impune. Sin embargo, el 8 de junio de 1971 fue muerto por un comando pertene­ciente al grupo Vanguardia Organi­zada del Pueblo (VOP) que le ame­tralla cuando conducía su vehículo.

“Provocar disturbios, fracasar, volver a provocar disturbios, fracasar de nuevo, así hasta la ruina; ésta es la lógica de los imperialistas y de todos los reaccionarios del mundo frente a la causa del pueblo, y nunca marcharán en contra de esta lógica…Luchar, fracasar, volver a lu­char, fracasar de nuevo, volver otra vez a luchar, y así hasta la victoria; ésta es la lógica del pueblo, y él tampoco marchará jamás en contra de ella”

Presidente Mao Tse Tung.






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