El siguiente documento, (que será publicado por partes), escrito por Lenin en 1907 es una síntesis y ejemplo de algunas de las principales luchas de Marx y Engels por aplastar las ideas y prácticas burguesas dentro del movimiento obrero, de su fidelidad a los principios y la defensa a muerte de éstos. La ideología científica del proletariado no ha surgido de la cabeza de algún pensador si no que se ha desarrollado en dura lucha contra el oportunismo y el reformísmo dentro del Movimiento Comunista Internacional.
Afirma Lenin que “...Mehring tiene razón (en Der Sorgesche Briefwechsel) cuando afirma que Marx y Engels entendían poco de “buenas maneras”: “no se paraban a pensarlo mucho para asestar un golpe, pero tampoco lloriqueaban por cada uno que recibían”. “Si os creéis –escribía Engels en cierta ocasión- que vuestros alfilerazos podrán pinchar mi vieja piel, gruesa y bien curtida, os equivocáis.” Marx y Engels suponían también en los demás esta imperceptibilidad adquirida por ellos.”...“crítica de la experiencia internacional del proletariado que ellos hicieron con franqueza de camaradas, sin la menor diplomacia o interés mezquino”.
PREFACIO
A LA TRADUCCIÓN RUSA DEL LIBRO “CORRESPONDENCIA DE J. F. BECKER, J. DIETZGEN, F. ENGELS, C. MARX Y OTROS CON F. A. SORGE Y OTROS”
Escrito el 6 (19) de abril de 1907
Publicado en 1907, en el libro editado por P. Dauge en San Petersburgo
[V.I.LENIN. Obras Completas. T.XV.Ed. Progreso. Moscú]
La recopilación de las cartas de Marx, Engels, Dietzgen, Becker y otros dirigentes del movimiento obrero internacional del siglo pasado, que ofrecemos al público ruso, constituye un complemento indispensable a nuestras publicaciones marxistas de vanguardia.
No vamos a tratar aquí con detenimiento la importancia que estas cartas tienen para la historia del socialismo y para conocer a fondo la actividad de Marx y Engels. Este aspecto del problema no requiere aclaraciones. Diremos sólo que, para comprender las cartas que publicamos, hay que conocer los principales trabajos de historia de la Internacional (véase Jaeckh. La Internacional. Traducción rusa publicada por Znanie) y del movimiento obrero alemán y americano (véanse Franz Mehring. Historia de la socialdemocracia alemana, y Morris Hilquit. Historia del socialismo en Norteamérica), etc.
Tampoco nos proponemos hacer aquí un esbozo general del contenido de la correspondencia ni analizar los diversos períodos históricos que abarca. Mehring lo hizo perfectamente en su artículo Der Sorgesche Briefwechsel (Neue Zeit, 25. Jahrg, Nr. l und 2) que es probable adjunte el editor a esta versión o se publique en edición rusa aparte.
Las enseñanzas que el proletariado en lucha debe extraer de la actividad de Marx y Engels a lo largo de casi treinta años (1867-1395), luego de haber conocido sus aspectos íntimos, ofrecen especial interés para los socialistas rusos en la época revolucionaria que atravesamos. Por lo mismo, no es de extrañar que también en nuestras publicaciones socialdemócratas se hicieran los primeros intentos de dar a conocer a los lectores las cartas de Marx y Engels a Sorge cuando se plantearon los problemas “palpitantes” de la táctica socialdemócrata en la revolución rusa (Sovreménnaya Zhizn[1] de Plejánov y la recopilación menchevique Otkliki[2]). Nos proponemos analizar los pasajes de la correspondencia publicada que tienen una importancia singular desde el punto de vista de las tareas actuales del partido obrero en Rusia y fijar la atención de los lectores en ellos.
Marx y Engels expresaban con la mayor frecuencia en sus cartas opiniones de los problemas de actualidad del movimiento obrero anglo-norteamericano y alemán. Esto es comprensible, puesto que eran alemanes residentes a la sazón en Inglaterra y se carteaban con un camarada suyo en Norteamérica. Del movimiento obrero francés y, sobre todo, de la Comuna de París, Marx se exteriorizaba con mayor frecuencia y detenimiento en las cartas dirigidas al socialdemócrata alemán Kugelmann*.
Es aleccionador en sumo grado comparar lo que dijeron Marx y Engels sobre el movimiento obrero alemán y del anglo-norteamericano. Si se tiene en cuenta que Alemania, por un lado, e Inglaterra y Norteamérica, por otro, se encuentran en diversas fases de desarrollo capitalista y presentan distintas formas de dominación de la burguesía como clase en toda la vida política de estos países, dicha comparación adquiere una importancia de singular magnitud. Desde el punto de vista científico, observamos aquí un ejemplo de dialéctica materialista, la capacidad de sacar a primer plano y recalcar diversos puntos y aspectos del problema aplicado a las peculiaridades concretas de unas u otras condiciones políticas y económicas. Desde el punto de vista de la política práctica y de la táctica del partido obrero vemos aquí un ejemplo de cómo los autores del Manifiesto Comunista determinaban las tareas del proletariado en lucha conforme a las diversas etapas que atravesaba el movimiento obrero nacional de los distintos países.
Lo que Marx y Engels critican con mayor acritud en el socialismo anglo-norteamericano es su aislamiento del movimiento obrero. Lo que resalta en todos sus numerosos comentarios sobre la Federación Socialdemócrata (Social-Democratic Federation) de Inglaterra[3] y sobre los socialistas norteamericanos es la acusación de que éstos habían convertido el marxismo en un dogma, en una “ortodoxia anquilosada (starre)”, de que tenían el marxismo por un “símbolo de fe y no por una guía para la acción”[4], de que no sabían adaptarse al movimiento obrero que marchaba a su lado, ineficaz en el terreno de la teoría, pero poderoso, masivo y lleno de vida. “¿Dónde habríamos ido a parar –pregunta Engels en su carta del 27 de enero de 1887- si, en el período de 1864 a 1873, hubiéramos querido marchar siempre hombro a hombro sólo con los que se declaraban abiertamente partidarios de nuestro programa?”[5] Y en la carta anterior (del 28 de diciembre de 1886), al referirse a la influencia de las ideas de Henry George en la clase obrera de Norteamérica, Engels escribe:
“Uno o dos millones de votos obreros, entregados en noviembre a un partido obrero auténtico (bona fide), son en el momento actual infinitamente más importantes que un centenar de miles de votos emitidos en pro de un programa impecable en el sentido teórico”.
Estos pasajes son muy interesantes. En nuestro país ha habido socialdemócratas que se han apresurado a aprovecharlos en defensa de la idea de un “congreso obrero”, o algo por el estilo, del “amplio partido obrero” propuesto por Larin. ¿Y por qué no en defensa del “bloque de izquierdas”? preguntaremos a nuestros precoces “aprovechadores” de Engels. Las cartas de las que se han tomado estas citas datan de cuando los obreros de EE.UU. votaron en las elecciones por Henry George. La señora Wischnewetzky, una norteamericana que estaba casada con un ruso y traducía las obras de Engels, pidió a éste, según se desprende de la respuesta que él le dio, que hiciera una crítica a fondo de Henry George. Engels le decía (el 28 de diciembre de 1886) que no había llegado aún el momento de hacerlo, puesto que más valdría que el partido obrero comenzara a formarse, con un programa no del todo ortodoxo. Los propios obreros comprenderían luego el quid del asunto, “aprenderían de sus propios errores”; mas “yo tendria por un grave error” entorpecer “la cohesión nacional del partido obrero a causa de un programa, cualquiera que éste sea”[6].
Por supuesto, Engels comprendía perfectamente, y lo señaló reiteradas veces, cuán absurdas y reaccionarias eran las ideas de Henry George desde el punto de vista socialista. En la correspondencia de Sorge hay una interesantísima carta de C. Marx fechada el 20 de junio de 1881, en la que Marx enjuicia a H. George como ideólogo de la burguesía radical. “En el sentido teórico, Henry George es un hombre totalmente atrasado” (total arrière), escribía Marx[7]. Y Engels no temía ir a las elecciones al lado de este verdadero socialista-reaccionario con tal de que hubiera gente capaz de predecir a las masas “las consecuencias que podrían acarrear sus propios errores” (Engels, carta del 29 de noviembre de l886)[8].
Sobre los “Caballeros del Trabajo” (Knights of Labor)[9], la organización de los obreros norteamericanos de entonces, Engels escribía en la carta citada: “Su punto más flaco (literalmente: podrido, faulste) es la abstención política...” “Uno de los pasos primeros y más importantes de todo país que se incorpora al movimiento ha de ser la organización de un partido obrero independiente, no importa por qué camino lo haya logrado con tal de que este partido sea verdaderamente obrero”[10].
Es evidente que de ahí no se puede inferir absolutamente nada a favor del salto de la socialdemocracia al congreso obrero apartidista, etc. En cambio, quien no quiera ser acusado por Engels de empequeñecer el marxismo hasta dejarlo en “dogma”, “ortodoxia”, “sectarismo”, etc., tendré que sacar de ahí la conclusión de que algunas veces es indispensable ir a una campaña electoral unido con los “social-reaccionarios” radicales.
Pero, desde luego, es más interesante analizar no tanto estos paralelismos norteamericano-rusos (hemos tenido que recurrir a ellos para responder a nuestros contradictores) como los rasgos fundamentales del movimiento obrero anglo-norteamericano. Estos rasgos son: ningún planteamiento de tareas democráticas más o menos importantes, de carácter nacional, ante el proletariado; completa subordinación del proletariado a la política burguesa; aislamiento sectario de los grupitos y puñados de socialistas con relación al proletariado; ningún éxito de los socialistas entre las masas obreras en las elecciones, etc. Quien olvida estas circunstancias fundamentales y se pone a sacar conclusiones generales de los “paralelismos norteamericano-rusos” muestra extrema ligereza.
Si, en semejantes circunstancias, Engels hace tanto hincapié en las organizaciones económicas de los obreros es porque se trata de los regímenes democráticos mejor consolidados, que plantean al proletariado tareas de carácter puramente socialista.
Si Engels hace hincapié en la importancia de un partido obrero independiente, aunque tenga un mal programa, es porque se trata de países que aún no habían visto ni sombra de independencia política de los obreros y donde éstos marchaban y siguen marchando las más de las veces en política detrás de la burguesía.
Tratar de extender las conclusiones sacadas de semejantes razonamientos a países o situaciones históricas en que el proletariado ha creado ya su propio partido independiente antes que la burguesía liberal y en que el proletariado no tiene ni sombra de tradiciones de entregar sus votos a los politicastros burgueses, tratar de extender estas conclusiones a países o situaciones históricas en que a la orden del día no estén planteadas las tareas socialistas inmediatas, sino las democráticas burguesas, es mofarse del método histórico de Marx.
Nuestra idea quedará más clara aún para el lector si comparamos cómo enjuicia Engels los movimientos anglo-norteamericano y alemán.
La correspondencia publicada contiene muchísimos comentarios de éstos, y son también muy interesantes. La idea central que los preside a todos es distinta por completo: prevenir contra el “ala derecha” del partido obrero, hacer una guerra implacable (a veces, como para Marx en los años 1877-1879, una guerra furiosa) al oportunismo en las filas de la socialdemocracia.
Respaldaremos primero el aserto en algunos pasajes de las cartas y nos detendremos luego a evaluar este fenómeno.
Ante todo, hay que señalar con este motivo cómo enjuiciaba Marx a Höchberg y Cía. Franz Mehring trata de atenuar en su artículo Der Sorgesche Briefwechsel las invectivas de Marx, lo mismo que las posteriores de Engels, a los oportunistas y, a mi parecer, se sobrepasa un tanto. En particular, con respecto a Höchberg y Cia., Mehring abunda en la opinión de que Marx se equivocaba al enjuiciar a Lassalle y a los lassalleanos[11]. Pero lo que nos interesa por ahora, repetimos, no es la apreciación desde el punto de vista histórico de si eran justas o exageradas las invectivas de Marx contra determinados socialistas, sino la opinión que, conforme a las principios, tenia Marx de ciertas corrientes del socialismo en general.
Al lamentarse de los compromisos de los socialdemócratas alemanes con los lassalleanos y con Dühring (carta del 19 de octubre de 1877), Marx condena también el compromiso “con toda una pandilla de estudiantes imberbes y doctores archisabidillos” (“doctor” en Alemania es un título científico que corresponde en Rusia al de “candidato a doctor” o al de “licenciado de la Universidad con matrícula de honor”), “que se había propuesto dar al socialismo una orientación ‘idealista más elevada’, es decir, sustituir su base materialista (que exige un estudio objetivo para operar con ella) por una mitología nueva con sus diosas y todo: justicia, libertad, igualdad y fraternidad. Uno de los representantes de esta orientación era el editor de la revista Zukunft[12], doctor Höchberg, quien ‘se pagó’ el ingreso en el partido, admito que ‘con las mejores intenciones’, pero ya me río de toda clase de ‘intenciones’. Rara vez salió a la ‘luz del día algo más lamentable y con mayor ‘pretensión modesta’ que el programa de su Zukunft” (carta número 70)[13].
En otra carta, escrita casi dos años más tarde (el 19 de septiembre de 1879), Marx desmiente el infundio de que él y Engels fueran los inspiradores de J. Most y cuenta a Sorge con lujo de pormenores cuál es su actitud frente a los oportunistas del Partido Socialdemócrata Alemán. La revista Zukunft estaba dirigida por Höchberg, Schramm y Eduard Bernstein. Marx y Engels se negaron a colaborar en publicación semejante, y cuando se trató de fundar un nuevo órgano de prensa del partido con la participación y ayuda pecuniaria de Höchberg, Marx y Engels exigieron previamente, para controlar a todo aquel “batiburrillo de doctores, estudiantes y socialistas de cátedra”, que se aceptara a Hirsch para director responsable designado por ellos; luego, en una carta circular, se dirigieron directamente a Bebel, Liebknecht y otros dirigentes del Partido Socialdemócrata, advirtiéndoles que si la orientación de Höchberg, Schramm y Bernstein no cambiaba, lucharían abiertamente contra “semejante vilipendio (Verluderung, vocablo más fuerte aún en alemán) de la teoría y del partido”.
Aquél fue el período del Partido Socialdemócrata Alemán que Mehring, en su Historia, tildó de Un año de confusión (Eín Jahr der Verwirrung). Después de la “Ley de excepción”, el partido no encontró en seguida el camino acertado, cayendo primero en el anarquismo de Most y en el oportunismo de Höchberg y Cía. “Estas gentes –escribía Marx refiriéndose a este último-, que son unos ceros a la izquierda desde el punto de vista teórico y unos inútiles en el sentido práctico, tratan de hacer más moderado el socialismo (del que sólo tienen un concepto elaborado conforme a la receta universitaria) y, sobre todo, el Partido socialdemócrata, e ilustrar a los obreros o, como dicen ellos, inculcarles ‘rudimentos de instrucción’, sin poseer ellos mismos más que conocimientos a medias y confusos; además se proponen, ante todo, agrandar la importancia del partido a ojos de la pequeña burguesía. Pero no son ni más ni menos que unos deplorables charlatanes contrarrevolucionarios”[14].
La “furiosa” invectiva de Marx dio lugar a que los oportunistas se replegasen y... cohibieran. En la carta del 19 de noviembre de 1879 Marx comunica que Höchberg fue retirado del Consejo de redacción y que todos los líderes influyentes del partido, como Bebel, Liebknecht, Bracke y otros se retractaron de las ideas que aquél defendía“[15]. El Sozialdemokrat[16], órgano del Partido Socialdemócrata, apareció bajo la dirección de Vollmar, quien pertenecía a la sazón al ala revolucionaria del partido. Un año más tarde (el 5 de noviembre de 1880), Marx cuenta que él y Engels combatieron sin cesar la “miserable” orientación del Sozialdemokrat, teniendo que luchar a menudo con dureza (“wobei’s oft scharf hergeht). Liebknecht visitó a Marx en 1880 y le prometió “una mejoría” en todos los sentidos[17].
La paz fue restablecida, y la contienda no se exteriorizó. Höchberg se apartó, y Bernstein se hizo socialdemócrata revolucionario... al menos hasta el fallecimiento de Engels en 1895.
El 20 de junio de 1882 Engels contó a Sorge esta lucha ya como un episodio del pasado. “En general, las cosas en Alemania marchan perfectamente. Es cierto que los señores literatos del partido intentaron provocar en él un viraje reaccionario, pero fracasaron estrepitosamente. Los vejámenes a que los obreros socialdemócratas se ven sometidos en todas partes los han hecho más revolucionarios aún de lo que eran hace tres años. ...Estos señores (los literatos del partido) querían a toda costa, al precio de la sumisión, la mansedumbre y el servilismo, obtener con súplicas la abolición de la ley contra los socialistas, que de modo tan poco ceremonioso les había privado de las gratificaciones literarias. Con la abolición de esta ley se hará patente, sin duda, la escisión, y los señores Viereck y Höchberg, etc., formando un ala derecha, se separarán de nosotros; con ellos se podrá entablar de vez en cuando negociaciones, hasta que, al fin, acaben por fracasar. Expresamos esta opinión nuestra nada más promulgarse la ley contra los socialistas, cuando Höchberg y Schramm publicaron en el Anuario una critica infame en sumo grado de las actividades del partido y exigieron de éste una conducta más decorosa, más correcta y elegante”[18] (“jebildetes” en lugar de gebildetes, escribe Engels, aludiendo a la pronunciación berlinesa de los literatos alemanes).
( SI DESEAS LEER EL DOCUMENTO COMPLETO, REVISA EL BLOG MAR ARMADO DE MASAS EN LA SIGUIENTE DIRECCIÓN WEB: http://mar-armado.blogspot.com/
Afirma Lenin que “...Mehring tiene razón (en Der Sorgesche Briefwechsel) cuando afirma que Marx y Engels entendían poco de “buenas maneras”: “no se paraban a pensarlo mucho para asestar un golpe, pero tampoco lloriqueaban por cada uno que recibían”. “Si os creéis –escribía Engels en cierta ocasión- que vuestros alfilerazos podrán pinchar mi vieja piel, gruesa y bien curtida, os equivocáis.” Marx y Engels suponían también en los demás esta imperceptibilidad adquirida por ellos.”...“crítica de la experiencia internacional del proletariado que ellos hicieron con franqueza de camaradas, sin la menor diplomacia o interés mezquino”.
PREFACIO
A LA TRADUCCIÓN RUSA DEL LIBRO “CORRESPONDENCIA DE J. F. BECKER, J. DIETZGEN, F. ENGELS, C. MARX Y OTROS CON F. A. SORGE Y OTROS”
Escrito el 6 (19) de abril de 1907
Publicado en 1907, en el libro editado por P. Dauge en San Petersburgo
[V.I.LENIN. Obras Completas. T.XV.Ed. Progreso. Moscú]
La recopilación de las cartas de Marx, Engels, Dietzgen, Becker y otros dirigentes del movimiento obrero internacional del siglo pasado, que ofrecemos al público ruso, constituye un complemento indispensable a nuestras publicaciones marxistas de vanguardia.
No vamos a tratar aquí con detenimiento la importancia que estas cartas tienen para la historia del socialismo y para conocer a fondo la actividad de Marx y Engels. Este aspecto del problema no requiere aclaraciones. Diremos sólo que, para comprender las cartas que publicamos, hay que conocer los principales trabajos de historia de la Internacional (véase Jaeckh. La Internacional. Traducción rusa publicada por Znanie) y del movimiento obrero alemán y americano (véanse Franz Mehring. Historia de la socialdemocracia alemana, y Morris Hilquit. Historia del socialismo en Norteamérica), etc.
Tampoco nos proponemos hacer aquí un esbozo general del contenido de la correspondencia ni analizar los diversos períodos históricos que abarca. Mehring lo hizo perfectamente en su artículo Der Sorgesche Briefwechsel (Neue Zeit, 25. Jahrg, Nr. l und 2) que es probable adjunte el editor a esta versión o se publique en edición rusa aparte.
Las enseñanzas que el proletariado en lucha debe extraer de la actividad de Marx y Engels a lo largo de casi treinta años (1867-1395), luego de haber conocido sus aspectos íntimos, ofrecen especial interés para los socialistas rusos en la época revolucionaria que atravesamos. Por lo mismo, no es de extrañar que también en nuestras publicaciones socialdemócratas se hicieran los primeros intentos de dar a conocer a los lectores las cartas de Marx y Engels a Sorge cuando se plantearon los problemas “palpitantes” de la táctica socialdemócrata en la revolución rusa (Sovreménnaya Zhizn[1] de Plejánov y la recopilación menchevique Otkliki[2]). Nos proponemos analizar los pasajes de la correspondencia publicada que tienen una importancia singular desde el punto de vista de las tareas actuales del partido obrero en Rusia y fijar la atención de los lectores en ellos.
Marx y Engels expresaban con la mayor frecuencia en sus cartas opiniones de los problemas de actualidad del movimiento obrero anglo-norteamericano y alemán. Esto es comprensible, puesto que eran alemanes residentes a la sazón en Inglaterra y se carteaban con un camarada suyo en Norteamérica. Del movimiento obrero francés y, sobre todo, de la Comuna de París, Marx se exteriorizaba con mayor frecuencia y detenimiento en las cartas dirigidas al socialdemócrata alemán Kugelmann*.
Es aleccionador en sumo grado comparar lo que dijeron Marx y Engels sobre el movimiento obrero alemán y del anglo-norteamericano. Si se tiene en cuenta que Alemania, por un lado, e Inglaterra y Norteamérica, por otro, se encuentran en diversas fases de desarrollo capitalista y presentan distintas formas de dominación de la burguesía como clase en toda la vida política de estos países, dicha comparación adquiere una importancia de singular magnitud. Desde el punto de vista científico, observamos aquí un ejemplo de dialéctica materialista, la capacidad de sacar a primer plano y recalcar diversos puntos y aspectos del problema aplicado a las peculiaridades concretas de unas u otras condiciones políticas y económicas. Desde el punto de vista de la política práctica y de la táctica del partido obrero vemos aquí un ejemplo de cómo los autores del Manifiesto Comunista determinaban las tareas del proletariado en lucha conforme a las diversas etapas que atravesaba el movimiento obrero nacional de los distintos países.
Lo que Marx y Engels critican con mayor acritud en el socialismo anglo-norteamericano es su aislamiento del movimiento obrero. Lo que resalta en todos sus numerosos comentarios sobre la Federación Socialdemócrata (Social-Democratic Federation) de Inglaterra[3] y sobre los socialistas norteamericanos es la acusación de que éstos habían convertido el marxismo en un dogma, en una “ortodoxia anquilosada (starre)”, de que tenían el marxismo por un “símbolo de fe y no por una guía para la acción”[4], de que no sabían adaptarse al movimiento obrero que marchaba a su lado, ineficaz en el terreno de la teoría, pero poderoso, masivo y lleno de vida. “¿Dónde habríamos ido a parar –pregunta Engels en su carta del 27 de enero de 1887- si, en el período de 1864 a 1873, hubiéramos querido marchar siempre hombro a hombro sólo con los que se declaraban abiertamente partidarios de nuestro programa?”[5] Y en la carta anterior (del 28 de diciembre de 1886), al referirse a la influencia de las ideas de Henry George en la clase obrera de Norteamérica, Engels escribe:
“Uno o dos millones de votos obreros, entregados en noviembre a un partido obrero auténtico (bona fide), son en el momento actual infinitamente más importantes que un centenar de miles de votos emitidos en pro de un programa impecable en el sentido teórico”.
Estos pasajes son muy interesantes. En nuestro país ha habido socialdemócratas que se han apresurado a aprovecharlos en defensa de la idea de un “congreso obrero”, o algo por el estilo, del “amplio partido obrero” propuesto por Larin. ¿Y por qué no en defensa del “bloque de izquierdas”? preguntaremos a nuestros precoces “aprovechadores” de Engels. Las cartas de las que se han tomado estas citas datan de cuando los obreros de EE.UU. votaron en las elecciones por Henry George. La señora Wischnewetzky, una norteamericana que estaba casada con un ruso y traducía las obras de Engels, pidió a éste, según se desprende de la respuesta que él le dio, que hiciera una crítica a fondo de Henry George. Engels le decía (el 28 de diciembre de 1886) que no había llegado aún el momento de hacerlo, puesto que más valdría que el partido obrero comenzara a formarse, con un programa no del todo ortodoxo. Los propios obreros comprenderían luego el quid del asunto, “aprenderían de sus propios errores”; mas “yo tendria por un grave error” entorpecer “la cohesión nacional del partido obrero a causa de un programa, cualquiera que éste sea”[6].
Por supuesto, Engels comprendía perfectamente, y lo señaló reiteradas veces, cuán absurdas y reaccionarias eran las ideas de Henry George desde el punto de vista socialista. En la correspondencia de Sorge hay una interesantísima carta de C. Marx fechada el 20 de junio de 1881, en la que Marx enjuicia a H. George como ideólogo de la burguesía radical. “En el sentido teórico, Henry George es un hombre totalmente atrasado” (total arrière), escribía Marx[7]. Y Engels no temía ir a las elecciones al lado de este verdadero socialista-reaccionario con tal de que hubiera gente capaz de predecir a las masas “las consecuencias que podrían acarrear sus propios errores” (Engels, carta del 29 de noviembre de l886)[8].
Sobre los “Caballeros del Trabajo” (Knights of Labor)[9], la organización de los obreros norteamericanos de entonces, Engels escribía en la carta citada: “Su punto más flaco (literalmente: podrido, faulste) es la abstención política...” “Uno de los pasos primeros y más importantes de todo país que se incorpora al movimiento ha de ser la organización de un partido obrero independiente, no importa por qué camino lo haya logrado con tal de que este partido sea verdaderamente obrero”[10].
Es evidente que de ahí no se puede inferir absolutamente nada a favor del salto de la socialdemocracia al congreso obrero apartidista, etc. En cambio, quien no quiera ser acusado por Engels de empequeñecer el marxismo hasta dejarlo en “dogma”, “ortodoxia”, “sectarismo”, etc., tendré que sacar de ahí la conclusión de que algunas veces es indispensable ir a una campaña electoral unido con los “social-reaccionarios” radicales.
Pero, desde luego, es más interesante analizar no tanto estos paralelismos norteamericano-rusos (hemos tenido que recurrir a ellos para responder a nuestros contradictores) como los rasgos fundamentales del movimiento obrero anglo-norteamericano. Estos rasgos son: ningún planteamiento de tareas democráticas más o menos importantes, de carácter nacional, ante el proletariado; completa subordinación del proletariado a la política burguesa; aislamiento sectario de los grupitos y puñados de socialistas con relación al proletariado; ningún éxito de los socialistas entre las masas obreras en las elecciones, etc. Quien olvida estas circunstancias fundamentales y se pone a sacar conclusiones generales de los “paralelismos norteamericano-rusos” muestra extrema ligereza.
Si, en semejantes circunstancias, Engels hace tanto hincapié en las organizaciones económicas de los obreros es porque se trata de los regímenes democráticos mejor consolidados, que plantean al proletariado tareas de carácter puramente socialista.
Si Engels hace hincapié en la importancia de un partido obrero independiente, aunque tenga un mal programa, es porque se trata de países que aún no habían visto ni sombra de independencia política de los obreros y donde éstos marchaban y siguen marchando las más de las veces en política detrás de la burguesía.
Tratar de extender las conclusiones sacadas de semejantes razonamientos a países o situaciones históricas en que el proletariado ha creado ya su propio partido independiente antes que la burguesía liberal y en que el proletariado no tiene ni sombra de tradiciones de entregar sus votos a los politicastros burgueses, tratar de extender estas conclusiones a países o situaciones históricas en que a la orden del día no estén planteadas las tareas socialistas inmediatas, sino las democráticas burguesas, es mofarse del método histórico de Marx.
Nuestra idea quedará más clara aún para el lector si comparamos cómo enjuicia Engels los movimientos anglo-norteamericano y alemán.
La correspondencia publicada contiene muchísimos comentarios de éstos, y son también muy interesantes. La idea central que los preside a todos es distinta por completo: prevenir contra el “ala derecha” del partido obrero, hacer una guerra implacable (a veces, como para Marx en los años 1877-1879, una guerra furiosa) al oportunismo en las filas de la socialdemocracia.
Respaldaremos primero el aserto en algunos pasajes de las cartas y nos detendremos luego a evaluar este fenómeno.
Ante todo, hay que señalar con este motivo cómo enjuiciaba Marx a Höchberg y Cía. Franz Mehring trata de atenuar en su artículo Der Sorgesche Briefwechsel las invectivas de Marx, lo mismo que las posteriores de Engels, a los oportunistas y, a mi parecer, se sobrepasa un tanto. En particular, con respecto a Höchberg y Cia., Mehring abunda en la opinión de que Marx se equivocaba al enjuiciar a Lassalle y a los lassalleanos[11]. Pero lo que nos interesa por ahora, repetimos, no es la apreciación desde el punto de vista histórico de si eran justas o exageradas las invectivas de Marx contra determinados socialistas, sino la opinión que, conforme a las principios, tenia Marx de ciertas corrientes del socialismo en general.
Al lamentarse de los compromisos de los socialdemócratas alemanes con los lassalleanos y con Dühring (carta del 19 de octubre de 1877), Marx condena también el compromiso “con toda una pandilla de estudiantes imberbes y doctores archisabidillos” (“doctor” en Alemania es un título científico que corresponde en Rusia al de “candidato a doctor” o al de “licenciado de la Universidad con matrícula de honor”), “que se había propuesto dar al socialismo una orientación ‘idealista más elevada’, es decir, sustituir su base materialista (que exige un estudio objetivo para operar con ella) por una mitología nueva con sus diosas y todo: justicia, libertad, igualdad y fraternidad. Uno de los representantes de esta orientación era el editor de la revista Zukunft[12], doctor Höchberg, quien ‘se pagó’ el ingreso en el partido, admito que ‘con las mejores intenciones’, pero ya me río de toda clase de ‘intenciones’. Rara vez salió a la ‘luz del día algo más lamentable y con mayor ‘pretensión modesta’ que el programa de su Zukunft” (carta número 70)[13].
En otra carta, escrita casi dos años más tarde (el 19 de septiembre de 1879), Marx desmiente el infundio de que él y Engels fueran los inspiradores de J. Most y cuenta a Sorge con lujo de pormenores cuál es su actitud frente a los oportunistas del Partido Socialdemócrata Alemán. La revista Zukunft estaba dirigida por Höchberg, Schramm y Eduard Bernstein. Marx y Engels se negaron a colaborar en publicación semejante, y cuando se trató de fundar un nuevo órgano de prensa del partido con la participación y ayuda pecuniaria de Höchberg, Marx y Engels exigieron previamente, para controlar a todo aquel “batiburrillo de doctores, estudiantes y socialistas de cátedra”, que se aceptara a Hirsch para director responsable designado por ellos; luego, en una carta circular, se dirigieron directamente a Bebel, Liebknecht y otros dirigentes del Partido Socialdemócrata, advirtiéndoles que si la orientación de Höchberg, Schramm y Bernstein no cambiaba, lucharían abiertamente contra “semejante vilipendio (Verluderung, vocablo más fuerte aún en alemán) de la teoría y del partido”.
Aquél fue el período del Partido Socialdemócrata Alemán que Mehring, en su Historia, tildó de Un año de confusión (Eín Jahr der Verwirrung). Después de la “Ley de excepción”, el partido no encontró en seguida el camino acertado, cayendo primero en el anarquismo de Most y en el oportunismo de Höchberg y Cía. “Estas gentes –escribía Marx refiriéndose a este último-, que son unos ceros a la izquierda desde el punto de vista teórico y unos inútiles en el sentido práctico, tratan de hacer más moderado el socialismo (del que sólo tienen un concepto elaborado conforme a la receta universitaria) y, sobre todo, el Partido socialdemócrata, e ilustrar a los obreros o, como dicen ellos, inculcarles ‘rudimentos de instrucción’, sin poseer ellos mismos más que conocimientos a medias y confusos; además se proponen, ante todo, agrandar la importancia del partido a ojos de la pequeña burguesía. Pero no son ni más ni menos que unos deplorables charlatanes contrarrevolucionarios”[14].
La “furiosa” invectiva de Marx dio lugar a que los oportunistas se replegasen y... cohibieran. En la carta del 19 de noviembre de 1879 Marx comunica que Höchberg fue retirado del Consejo de redacción y que todos los líderes influyentes del partido, como Bebel, Liebknecht, Bracke y otros se retractaron de las ideas que aquél defendía“[15]. El Sozialdemokrat[16], órgano del Partido Socialdemócrata, apareció bajo la dirección de Vollmar, quien pertenecía a la sazón al ala revolucionaria del partido. Un año más tarde (el 5 de noviembre de 1880), Marx cuenta que él y Engels combatieron sin cesar la “miserable” orientación del Sozialdemokrat, teniendo que luchar a menudo con dureza (“wobei’s oft scharf hergeht). Liebknecht visitó a Marx en 1880 y le prometió “una mejoría” en todos los sentidos[17].
La paz fue restablecida, y la contienda no se exteriorizó. Höchberg se apartó, y Bernstein se hizo socialdemócrata revolucionario... al menos hasta el fallecimiento de Engels en 1895.
El 20 de junio de 1882 Engels contó a Sorge esta lucha ya como un episodio del pasado. “En general, las cosas en Alemania marchan perfectamente. Es cierto que los señores literatos del partido intentaron provocar en él un viraje reaccionario, pero fracasaron estrepitosamente. Los vejámenes a que los obreros socialdemócratas se ven sometidos en todas partes los han hecho más revolucionarios aún de lo que eran hace tres años. ...Estos señores (los literatos del partido) querían a toda costa, al precio de la sumisión, la mansedumbre y el servilismo, obtener con súplicas la abolición de la ley contra los socialistas, que de modo tan poco ceremonioso les había privado de las gratificaciones literarias. Con la abolición de esta ley se hará patente, sin duda, la escisión, y los señores Viereck y Höchberg, etc., formando un ala derecha, se separarán de nosotros; con ellos se podrá entablar de vez en cuando negociaciones, hasta que, al fin, acaben por fracasar. Expresamos esta opinión nuestra nada más promulgarse la ley contra los socialistas, cuando Höchberg y Schramm publicaron en el Anuario una critica infame en sumo grado de las actividades del partido y exigieron de éste una conducta más decorosa, más correcta y elegante”[18] (“jebildetes” en lugar de gebildetes, escribe Engels, aludiendo a la pronunciación berlinesa de los literatos alemanes).
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