26 de Diciembre del 2013
Actualmente incluso la ley de un dictador fascista como Pinochet puede decir todos son iguales ante la ley. Y citando a Lenin agregamos que “la ley protege a todos por igual; protege la propiedad de los que la tienen, contra los ataques de las masas que, al no poseer ninguna propiedad, al no poseer más que su fuerza de trabajo, se empobrecen y arruinan poco a poco y se convierten en proletarios.”
Las leyes no son neutras ni universales, no son como a veces intentan pintarnos en colegios o lugares de trabajos. Las leyes expresan el carácter de nuestro país, este es semifeudal y semicolonial. Para las amplias masas, cada vez se hace más evidente a quienes protegen, sirven y alimentan éstas.
El origen fascista de las leyes que nos oprimen y empobrecen
En los ´80, tras el fracaso de impulsar un socialismo a través de la farsa electoral y desarmar al pueblo tanto ideológicamente como en su capacidad de resistir al golpe, Chile entró en la dictadura militar fascista de Pinochet, que se dedicó a cementar las bases para allanar el camino de los planes imperialistas (especialmente yanqui) en nuestro país. En ese contexto, se elaboró una constitución a la medida del imperialismo, que intentaba seguir perpetuando a Chile como una semicolonia de éste, dejándolo sólo desarrollarse con un capitalismo mono-productor, sólo extractor de sus recursos y con escasa industria.
La ley forestal, es una ley que ha favorecido desde el primer tercio del siglo XX a burgueses y terratenientes, en este periodo se modificó para reforzar y contribuir ya de forma explícita al terrateniente y la concentración de tierras. El incentivo fue una franquicia tributaria para la actividad forestal con una disminución del 50 % de los impuestos y una subvención de plantación de pino y/o eucaliptus del 75% por cada uno de estos plantados. Por otro lado, en esta misma década, se concedieron títulos gratuitos de uso del agua (venta del agua) a todos los latifundistas y burgueses ligados a la dictadura fascista de Pinochet. Además que el respaldo del artículo 19 (derecho a la propiedad privada), el agua se desliga de la tierra teniendo como resultado posible, o ser dueño sólo del agua, sólo de la tierra o ambas.
Consecuencias de las leyes: más tierra para el terrateniente, menos para el que la trabaja
Esta combinación de leyes burgués-terrateniente trajo nefastas consecuencias para nuestro pueblo. En las regiones del Bío-Bío y La Araucanía se presentan la mayor cantidad de áreas con plantaciones forestales, “coincidentemente”, lugar donde vive el campesinado más pobre del país y territorio de la lucha mapuche por la recuperación de la tierra.
La reducción de la productividad de los suelos agrícolas y el empobrecimiento de la gente que lo trabaja ha sido efecto directo de la “usurpación” legal de agua y el consumo desmedido de agua por parte de las plantaciones forestales, con el fin de aumentar las utilidades. El derecho a la propiedad es tan potente, que a pesar que se empobrezca al campesinado, se golpeé al mapuche y se les quite el agua, “el patrón” es amo y señor de sus tierras, y él hace lo que mejor le convenga, por mucho que esto signifique chupar la sangre de campesino tanto chilenos como mapuches. Estas relaciones “aparentemente” extintas en la colonia, parecen no ser superadas por nuestro país. Muy por el contrario, estas leyes parecen agudizar esta contradicción (Terrateniente/campesino pobre y mediano-campesino sin tierra), generando una migración progresiva del campesino a ensanchar los márgenes de las ciudades, pero además que muchos de ellos se queden a lucha por ellas, a pesar de realizar una agricultura de subsistencia. Sin embargo, en este sombrío escenario, se teje el germen de lucha de nuestro pueblo. Decenas de miles de campesinos se han levantado por la conquista de las tierras. Muchos han caído por esta justa causa; Álex Lemún, Julio Huentecura, Xenón Díaz Necul, José Huenante, Matías Catrileo, Jaime Mendoza Collío y Rodrigo Cisternas son algunos de los caídos en esta lucha, este último justamente asesinado en medio de una protesta por la mejora laboral frente a la forestal del burgués-terrateniente Anacleto Angelini.
En definitiva, La legalidad burgués-terrateniente no permitirá la liberación del pueblo. Nunca nadie ha cuestionado, porque no les interesa hacerlo. Las leyes no se hacen para todos, sino que para beneficiar sólo a algunos pocos. Lo que se necesita para revertir esta situación son leyes que estén al lado de los pobres, de nuestro pueblo, por lo que sólo la revolución de Nueva Democracia es el camino hacia una sociedad sin clases, que donde el pueblo tome el poder en sus manos por sobre las sanguijuelas imperialistas, terratenientes y grandes burgueses.
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